El chañar y las garzas, esquina clásica del barrio San Roque, donde se encuentra apostado el bar “La Torcaza”, punto de encuentro de los cinco viejos amigos que peinando canas toman un café un frío mediodía de invierno.
Don coco, Beto, Ramon, alejo y el chori discuten de jubilaciones, nietos, religión, política y del sagrado futbol.
Todo era rutina en los relatos de sus historias, hasta ese mediodía, en la cola del banco nación justo frente al ventanal donde se sentaban los vejetes se encontraba parado con bastón, sobretodo y boina, el gringo Juárez.
Beto lo reconoció al toque y dio el aviso a la mesa – “Miren muchachos, el gringo esta en la cola”-
Todos desviaron la atención hacia la fila interminable que doblaba por el chañar.
“Pucha, carajo, cuanto tiempo” dijo alejo “Siempre igual esta, se para como en el área, arrogante y serio”
Chori el mas joven del grupo, pregunto “¿Quien es?”.
“Como quien es, el gringo Juárez integraba la formación de las lomitas, un central de hacha y tiza, gran tiempista y con un coraje envidiable, chocar con el era como darse de frente con una locomotora” rememoro Ramon.
“Sin olvidarnos su voz de mando, gritaba como loco para acomodarnos en la cancha” siguió alejo “era vehemente, pegaba unos gritos y maldecía cuando no le daban bola”.
“Cinco años jugo en las lomitas, lo trajo el vasco Urdieta, el primer partido se paro de cinco, demostró toda su clase y temperamento, pero también una franqueza cortante, cuando pito el arbitro y mientras nos cambiamos al costado de la cancha, se paro en el centro, nos miro a todos y sentencio “A este equipo le falta alma”. Dijo casi con bronca don coco para seguir “El primer partido y dijo eso, lo queríamos matar, pero nadie le contesto, el gringo nos clavo la mirada y todos quedamos cohibidos”.
“Pero la realidad fue que de a poco fuimos mejorando, el gringo era figura, nadie lo discutía, por lo menos de frente, nos llevo a lo mas alto del campeonato y después de tres años era patrón y sota, así nos mantuvo unidos y se armo una base que esta acá sentada en esta mesa” acoto Ramon.
“ Y saben que, lo veo y me siento como el culo”….. un silencio invadió la mesa, el roce de la cucharita de café era el único sonido que distraía a los viejos.
“Epa, que pasa” pregunto el chori “he muchachos hablen” volvió a insistir.
Los viejos se miraron y bajaron la vista rápido como para no descubrirse en la vergüenza.
“Mira, ya te contamos todo lo que trasmitía el gringo, como nos levanto y su tenacidad para llevarnos a formarnos como grupo” rompió el silencio Beto.
“Pero nunca nos pudimos olvidar de esa definición de equipo sin alma que nos tiro ese partido y se la juramos”.
“Una tarde después de un partido perdido y tras escuchar la arenga del gringo, cagandonos a pedo por las cagadas echas, nos quedamos sentados en el pasto y ahí decidimos “Se tiene que ir”.
“La primera ocasión que tuvimos fue cuando se desgarro, estuvo tres meses parado y nos dirigía desde afuera, nos hicimos los boludos y le ofrecimos el cargo de DT, pero nos dijo que su vida estaba dentro del campo en la cueva y nos cago, siguió jugando todo el campeonato”
“La segunda fue menos elegante y mas bizarra” siguió don coco “en un entretiempo después de ir perdiendo 2 a 0, donde lo único que escuchábamos eran las quejas del gringo, tome coraje y dije, saquémonos las caretas viejo, el que quiera que Juárez se vaya levante la mano y votemos”
Y que paso? Dijo asombrado el chori.
“Antes que alguien levante un dedo, el gringo se puso de pie nos miro y dijo “Váyanse todos a la puta que los parió” prosiguió don coco “Se metió a la cancha a jugar el segundo tiempo y fue impresionante el solo dio vuelta el partido ganamos 3 a 2 y me acuerdo que hizo dos goles de cabeza”
“Esto es futbol, esto es futbol, se fue diciendo ese día, no tienen huevos para jugar menos para echarme a mi, me van a tener que seguir bancando giles”
“Pero se produjo un quiebre después de eso el gringo siguió viniendo pero ya no nos decía nada, jugaba, se bañaba y se mandaba a mudar, ni una palabra” recordó Ramon “y aunque te parezca mentira su silencio fue peor, nos sentíamos ninguneados e incómodos”
“Bueno muchachos, ustedes eran bastantes inestables, si hablaba porque hablaba, cuando no dijo mas nada porque era mudo, déjense de joder” dijo medio entre risas el chori.
“Eso lo entendimos después chori, cuando ya no lo tuvimos mas”
“Entonces se termino yendo” comento el chori.
Otro silencio en la mesa y esta vez mas profundo, casi como un pedido de disculpas en medio de una misa, así estaba la mesa.
“En la semifinal de un relámpago contra los paraguas” comenzó Alejo “el gringo fue a buscar una pelota en el mediocampo, la domina gira y se la pasa al topo, que en su torpeza para pararla la tira para adelante, volviendo la misma a los pies del gringo, este la vuelva a dominar y esta vez encara hacia el área y justo en el momento que va a salir a correr el topo viniendo a la carrera lo sacude con un puntazo en el pie de apoyo, el ruido fue terrible, el gringo quedo tendido en el suelo, fractura expuesta de tibia y peroné”
“Que bajón pobre tipo” dijo el chori.
“Si lo peor que le hicieron una mala praxis y nunca mas pudo volver a jugar, por eso lleva el bastón” se lamento Alejo.
“Lo que es el destino” insistió el chori “una desgracia para el, pero una solución para ustedes”
Los viejos amigos miraban con cara seria la cola del banco que casi no se había movido, todos tenían el rostro rígido como ocultando algo que no querían recordar, hasta que Beto se animo……
“No fue el destino chori, estuvo todo arreglado, al topo lo habíamos agarrado unos partidos atrás de ese y aprovechándonos de su torpeza para jugar le dijimos que cuando pudiera le diera una buena murra, total el gringo no iba a sospechar nada si siempre le recordaba lo burro que era”
“Pero al topo se le fue la mano y lo rompió todo, lo agarro distraído, ni se esperaba que un compañero del mismo equipo le pegara”
“Lo fuimos a ver un par de veces al hospital y después chau, lo perdimos hasta hoy cuarenta años después, lo que es la vida, se acordara de nosotros?”
Justo en ese momento el gringo Juárez miro hacia la ventana del bar y con una sonrisa en la boca se cruzo apoyado en el bastón, cuando estuvo cerca los cuatro viejos emocionados se pusieron de pie para saludarlo y cuando el gringo estuvo frente a ellos, con la misma mirada de siempre les dijo:
“Que dicen muchachos, manga de fracasados, vayanse a la puta que los parió” dio media vuelta y se fue.
El coco Osvaldo