Reunión clandestina en la tarde/noche sabatina, y por el calorcito se asomo un buen cabernet para hacerle resistencia.
Amistoso de escuadras amigas para cerrar el campeonato fulbito de verdad, mucha ganas de correr e intención de desempardar el último encuentro finalizado 0 a 0 y con sabor a frustración para el clande por el sueño del campeonato que se esfumo.
Cualquiera puede esperar un relato con tintes policiales, una especie de venganza sangrienta contra Resistencia, eso le gustaría a casi la mayoría de los lectores y escribas de este blog, tan preocupados por resaltar las miserias de las derrotas ajenas en vez de disfrutar victorias propias.
Pero no, como siempre, la caballerosidad de gente que a pesar de un sin sabor no olvida que esto es fulbo de hacha y tiza, cierto, pero de nobleza y códigos también.
Por lo tanto comienzo con una dedicatoria a las figuras del match, el loco Luis, el 22, que hizo gala de su prodigiosa derecha ya gastada bajo su suela por el paso de los potreros y a Cristian nuestro emblema cabernetero, que desempolvo el campo del Newbery con pisaditas para la izquierda y la derecha, con esa rodilla maldita que nos priva de tanta magia acumulada.
El partido, la escusa perfecta para esta reunión, nos encontró en ventaja tras un bombazo colocado desde 25 metros por el capitán resistente, tras un pase gol del coco que fue figura, pero negativa y con ribetes dramáticos para sus antecedentes futboleros, donde se cayeron varios puntos de un curriculum intachable hasta ese sábado….
Antes de describir esta sensación de ahogo y depresión que me persigue desde la finalización del encuentro, paso a relatar el empate producido por el loco que la metió olímpica desde el corner, dejando sin chances y con la boca abierta a todos los integrantes del partido.
Golazo y el orgullo de nuestro portero de sentir que ese gol no seria uno mas, seria el gol homenaje que le hizo Luis y así quedo reflejado en su grito de admiración tras traer la bola desde la red, en un sentido “Luis, maestro”.
Sin tiempo de asimilar el primero llego el segundo, tiro libre recto, barrera de cuatro hombres y la cara de felicidad del loco al ver la distancia de la caprichosa y el arco, de acá la pongo al ángulo, se dijo para adentro, dos, tres pasos y un tirito, pero el coco observando que era el día, hizo un guiño cómplice para que todo se convirtiera en leyenda y en el salto de la barrera puso el hombro para desviarla y descolocar al arquero cabernetero.
Ya la emoción nos embargaba a todos, ver a Luis, devolviendo abrazos y besos que lo buscaban en forma de felicitación era realmente acojonante.
Pero he aquí el motivo de mi desolación, en una salida de fondo clandestina, el loco traslada la bocha y le salgo a su encuentro, sin intención de forzar una jugada apretada pero esperando una devolución de la gentileza en el segundo gol.
Pero no, el loco Luis hace una jugarreta a la memoria del fair play y me tira un caño letal, doloroso, una puñalada a mi orgullo cabernetero, retrocedí a mi infancia cuando en un encuentro entre purretes me dejaron parado de último hombre con otro caño y me jure, jamás me lo permitiré otra vez.
Ya nada será igual, escuche los gritos socarrones de mis compañeros y del mismísimo Luis, ya cambiándose entre los árboles del Newbery, vociferando “coco, escribí sobre el caño que te hice, he”.
Ya nada me importo, empatamos con un gran gol de Marianito, Julito y Fernando jugaron un partido de novela, Alejandro sacaba todo o casi todo lo que le tiraban, Gustavo firme como nunca, pero a mí ya nada me importo.
El field quedo vacío, a oscuras pero feliz por el partidazo disputado, disfrutando de un recuerdo imborrable en sus matas de pasto, rodeadas de tierra.
Pero como todo vuelve y la justicia es divina, el próximo sábado nos veremos de nuevo y espero que todo se repita de la misma manera, con la salvedad de que mi juramento de pibe se haga realidad, LUIS SI PUEDO TE AGARRO Y TE PARTO. Jajajaja
Un abrazo cabernetero para la clandestinidad.
El Coco Osvaldo
